Periodista egresada de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica).

domingo, 7 de febrero de 2016

"El mundo está cambiando a la cabeza de América Latina" (García Linera, 2015)







En el areópago griego, los magistrados se reunían para resolver en derecho, los conflictos suscitados entre los ciudadanos, entre los ciudadanos y el Estado. Se trataba de personas expertas y conocedoras de las leyes establecidas. Los medios de comunicación social se han convertido en areópago donde se señala, se acusa, se enjuicia y se condena sin la posibilidad de retornar la buena imagen o prestigio del agredido, luego que una persona o una institución han sido incriminada por algo. Muchas veces poniendo en tela de juicio o descalificando su acción en perjuicio de otros. No resulta suficiente el derecho a réplica. Mas cuando esos medios son de propiedad privada para defender sus intereses de clase, articulan sus discursos para invalidar, desautorizar, denigrar o destruir la dignidad y el honor de personas, incluyendo al mismo Estado y sus instituciones cuando las decisiones no les son favorables. Para tal efecto se valen de la opinión de expertos y profesionales de economía, de tecnólogos y especialistas de universidades con visión neoliberal para establecer en los públicos percepciones y apreciaciones contrarias a sus intereses como pueblo.


La comunicación y la información como derecho y deber ciudadano e institucional debe ser estimulado por el Estado pero fundamentalmente debe surgir del consenso de todas las fuerzas vivas de una nación que educada para ello, abonen por la igualdad y justicia en el uso efectivo y eficiente de estos medios de difusión masiva. Los propietarios y las grandes multinacionales mediáticas deben ajustarse a las exigencias de los pueblos y de los ciudadanos y no al contrario, como lo han hecho y establecido hasta ahora, debido a la ausencia de las debidas regulaciones nacionales y regionales y al desconocimiento y poca organización de los usuarios de estos servicios.


Los medios de comunicación deben respaldar y estimular el diálogo incluyente como forma primaria de participación, o lo que es lo mismo, la posibilidad de compartir formas diversas de sentir, de pensar, de expresar con sus propias identidades y saberes originarios. Esto significa que tenemos que re-inventarnos en la práctica comunicacional e informativa. Si bien es cierto que los especialistas en diversas áreas del conocimiento está allí y son necesarios, no puede ser en menosprecio de un pueblo que se pronuncia como es y puede.


2.1. Valorar los medios de información y comunicación como espacios de participación pública


Hoy las telecomunicaciones permiten mayor rapidez, comodidad y facilidad en la búsqueda de información y en el intercambio de la palabra a través del diálogo, lo que no significa que están al servicio de los ciudadanos y de los pueblos. Si las instituciones gubernamentales deben asegurarnos que esto sea así, son los ciudadanos y los operadores de estos servicios los que pueden garantizarlo, previa formación integral de sus derechos y deberes. Participando con sus propias reflexiones, sus propios relatos y que organizados desde sus necesidades, intereses y expectativas expresen sus voces y miradas para el enriquecimiento mutuo y la construcción de ideas para acciones conjuntas.


Los medios de comunicación deben convertirse en ágoras donde las personas se sientan que son escuchados y sientan la satisfacción de escuchar al otro en el respeto, en sus posturas frente a la vida en busca de la verdad que libera, en la verdad que construye y en la verdad que permite ser llevada a lo concreto. Esto requiere promotores culturales que vayan de la mano con las luchas de los pueblos. Se trata de comunicadores y periodistas que desempeñan un rol con vocación de servicio y que se asuma a sí mismo como pueblo, en otras palabras," con un modo de conciencia y quehacer cultural colectivo caracterizado por la identificación y sentido de pertenencia a una realidad concreta geo-histórica lo que les permite defender, producir y transformar a partir de las necesidades reales y sentidas, de los intereses nacionales, regionales y locales independientemente de las expectativas creadas y construidas desde el sistema mundo vigente que de algún modo irrumpe su cotidianidad e imaginario e incluso intenta someter a sus caprichos y pretensiones alienantes" (Peña, 07/01/2015).

  1.  
    1. La palabra y la oralidad como prácticas originarias y necesarias

En el estudio realizado por Carmen Elena Pares sobre la identidad cultural Karive-Tupí-Guarani (Ka-tu-gua) o pueblos de aguas, se encuentran interesantes escritos de diversos cronistas sobre el valor de la Palabra de esos pueblos valerosos del noreste de América del sur quienes enfrentaron por varias generaciones a los invasores españoles y portugueses.


"Los karaí (los mas señores) poseedores del fuego encargados de referir a sus hermanos los hechos ocurridos, los triunfos obtenidos y los éxitos futuros. Ellos transmitían a toda la comunidad el valor … Cada cinco años, aquellos Karaí, historiadores, viajeros, iban de aldea en aldea para mantener los vínculos entre sus hermanos. En torno al Karaí, portador del fuego milenario, los hombres inspirados en palabras reveladoras, recobraban con mágica dulzura la inesperada claridad de vida" (Parés, 2003, pp. 7 y 8).


Esta breve descripción pero rica de sentidos nos revela como dentro del imaginario cultural indígena Ka-tu-gua, el poder de la palabra, era su principal patrimonio. Prosigamos con otra descripción que asoma su fuerza vital creadora:


"Los karaive se desplazaban por ríos y mares, yendo de poblado en poblado, afirmando ser los enviados poseedores del discurso, cuyo contenido se desarrollaba dentro del sistema de valores y tradiciones ancestrales. A estos profetas de la selva les correspondía entonces mantener viva la memoria histórica de la nación. Estos señores Karaive, no sólo recuperaban las tradiciones, mitos y ritos propios de su cultura, sino que al mismo tiempo, revivían las luchas y afrentas recibidas, predecían el futuro, presagiaban las buenas nuevas para las cosechas y el porvenir de la comunidad y sus habitantes" (Parés, 1995, p.60)


Con base a lo expuesto el antropólogo y filósofo argentino Rodolfo Kusch, autor del libro "el Pensamiento indígena y popular en América" (1997) sostenía como resultado de sus investigaciones que se llevaron a cabo en la zona No argentina y en el altiplano boliviano, que el imaginario indígena y sus manifestaciones ancestrales se encuentra aún presentes, en las periferias de las esferas del poder y por supuesto, en los grupos que afortunadamente, aún se conservan y muestran la América profunda. (p. 11) Lo que permite considerar que estos saberes y prácticas son parte de la vida cotidiana de nuestros pueblos, solo que debido a la falta de entendimiento y ceguera, a la que nos ha acostumbrado los medios de comunicación social, la academia universitaria y los gobiernos, han influido en la poca valoración y reconocimientos de estos como potencialidad creadora y liberadora para una praxis transformadora. (Peña, 2012)


Muchas comunidades campesinas y en los suburbios urbanos, mantienen en su accionar estas características, donde todo el que tiene una idea (incluso los niños) puede expresarla y es aceptada si logra ser validados sus argumentos. "Cada hombre era dueño de la palabra que expresaba su pensamiento, la cual sabría explicar cuando le llegara su turno dentro de la Asamblea. Palabra que nunca sería ignorada y formaba parte del profundo sentir democrático que habito en el interior de estas naciones, sin necesidad de ser plasmadas sobre papel, ya que la concepción circular del tiempo harían que las voces retornaran sin dejarse llevar por el tiempo" (Parés, 1995, p.101)


Al examinar estos textos que nos habla del mundo Ka-Tu-Gua y comparándolos con el mundo de la vida real podemos alegar como Rodolfo Kusch, que la capacidad de comunicar participando o participar como mensajeros de las "palabras almas" siguen vigente, haciendo tienda en las periferias del poder político y otorgando su confianza como ciudadanos electores a líderes que han entendido su poder y que esperan cambios radicales en el quehacer político como mayorías que representan. Sabiendo que la política no está en los sistemas y estructuras complejas sino en los espacios públicos donde se fragua la vida. Para Kusch "su saber no es el de una realidad constituida por objetos, sino llena de movimientos y aconteceres". (p. 31).


Constata Javier Franzé en su artículo: La celebración de la política (2015):


"El mundo de la política no es sólo el Estado, las instituciones, el parlamento, los partidos; no es eso que cotidianamente aparece en las secciones de "política" de los medios. Más bien lo político es la forma fundamental que adquiere la sociedad: la relación entre gobernantes y gobernados, la distinción entre lo privado y lo público, el régimen político, las percepciones y creencias dominantes, el sistema económico, las formas culturales y de ocio. Lo político es aquello que da lugar a todo esto que podríamos llamar el orden social y sus actores principales."


Y esta política se construye bajo la tutela de las identidades colectivas que parten de un "nosotros" y donde la política se ejerce como acción de ese "nosotros", pautadas por las simpatías/empatías, las causas humanas y la necesidad de ofrecer una alternativa, entre otras. Y ese "nosotros" como pueblo y como sujeto histórico por excelencia se forja con diversas entidades: personas, grupos o colectivos que desean dar aportes significativos a realidades concretas a partir de los procesos esenciales en la vida cotidiana y que no niega lo institucional. Sujeto sociopolítico real que como hombre y mujer en situación histórica (niño, jóvenes, adultos y ancianos) comunican y producen cultura, se organizan como pueden y cuando lo creen necesario, cooperan y se solidarizan a partir de causas comunes y se unen para afrontar las adversidades y obstáculos pero también para celebrar la vida. (Freire, 1997). Solo los pueblos saben los abismos existentes entre ellos y las organizaciones, que muchas veces sus objetivos e intenciones persisten opuestamente y no diametralmente como debe ser.

  1. Conformación de una agenda comunicacional que privilegie las necesidades, intereses y expectativas de los pueblos

"Aún es posible desbordar los ríos, aún es posible reescribir la historia" (Ñamandu a Karai –Mito Karive-Tupi-Guarani)


Si la participación desde una epistemología del sur y la necesidad de fundar ágoras comunicacionales que como espacios públicos permiten el debate sobre la vida y sus sentidos, sobre los derechos y deberes como ciudadanos e hijos de la tierra, sobre las instituciones públicas y privadas al servicio del bien y la virtud, sobre las cosmovisiones del sur y del norte, sobre la plenitud de vida en cada ciclo humano, todas estas anuncian la importancia de conformar una agenda de los pueblos, que consolide su poder y su solidaridad como fuerza originaria. Y son los medios de comunicación e información, el lugar que se presta para que los pueblos se perfeccionen como humanidad y puedan afrontar con sabiduría y fortaleza su devenir y quehacer histórico.


En la conformación de una agenda es imprescindible reconocer tres aspectos que la conforma: los fines últimos o teleológicos que se desea lograr, el sujeto a quien se le envía el mensaje y el discurso recreador e innovador para mantener despierta su atención.


Conforme a lo referido, pongo al debate los siguientes puntos como discurso de la agenda. La misma está expresada en documentos, entrevistas y acuerdos que se vienen dando a nivel institucional por parte de los líderes, instituciones y gobiernos latinoamericanos comprometidos con los pueblos y mejor aún, por los foros sociales y encuentro de los pueblos realizados en los últimos quince años. Solo que a mi parecer están resumido estratégicamente en los cinco objetivos históricos del Plan de la Patria, que como legado póstumo del liderazgo de Hugo Chávez Frías plasmó como orientaciones que señalan un telos u horizonte para afinar la visión, una utopía para alimentar el corazón y una intuición para ser escuchada y comunicada por quienes nos sentimos pueblos irreverentes, solidarios y libertarios. (Peña, 15/03/2015)

Sobre dicha base los he resumido del siguiente modo (Peña, 25/03/2015):

  1. Para ser originariamente lo que somos en esencia solo es posible en independencia, interdependencia y soberanía identitaria de los pueblos.

Reivindicar el discurso contra-hegemónico en la que nos permite reconocernos diferentes y valorarnos desde nuestras identidades, es necesario el conocimiento de nuestra historia. La memoria histórica debemos refrescarla cada tiempo, ella nos recuerda que somos continuidad histórica de hombres y mujeres que asistieron a hechos históricos que aún hoy están presentes y nos enorgullece por su coherencia con los anhelos profundos de humanidad. Sin esto como principio, difícilmente podremos construir las bases de una independencia en un mundo donde las recetas, las fórmulas y los moldes están para ser copiados, emulados o para formatearnos sistemáticamente.

  1. Para un buen vivir desde la sabiduría para la plenitud de la vida o ecohumanismo.

Se trata de apostar por lo primigenio de nuestros saberes que como discurso originario y salvaje se presenta en el mundo de hoy como el camino a seguir para aprender a vivir y estar con el otro en la búsqueda común de la plenitud y bienestar para todos, sin exclusión. Para ello es necesario partir del sujeto en sus ciclos de vida como niños, jóvenes, adultos y ancianos. Aquí la participación ciudadana y el diálogo en convivencia y respeto nos permite avanzar pues al sentirnos integrados a un grupo y reconocido por este nuestra energía vital se expande hacia la construcción de un buen vivir, manifestado en bienes espirituales y materiales.

  1. Para producir lo que necesitamos y queremos o el ecosocialismo innovador y productivo.

Este discurso que busca la fecundidad productiva e innovadora desde sus potencialidades y aspiraciones profundas. No hay trabajo individual sin el colectivo, ni hay colectivo sin el trabajo individual. El ser humano debe desarrollar su potencial creador, innovador y tecnológico cuando frente a las necesidades, intereses y expectativas reales y sentidas de un pueblo busca satisfacerla. Pero solo no puede hacerlo para responder a grandes demandas. De allí la necesidad de organizarse para el trabajo con otros. El trabajo debe ser un espacio para crear, liberar y transformar por lo que se debe educar y formar para producir conocimiento y tecnología pertinente y necesaria. Lo que no significa que esto se consigue en el primer intento, es necesario el ensayo y error, hasta que los bienes y servicios resulten de de calidad y excelencia.

  1. Para asumirnos desde la unidad en la diversidad cultural o la paz y la armonía desde el buen vivir.

Propiciar el sentimiento de formar parte de la gran familia de naciones y pueblos. América Latina es ejemplo de solidaridad, fraternidad e integración con todos y especialmente con aquellos que sufren situaciones difíciles por guerra, invasiones, hambre e injusticias. Hoy más que nunca cuando la élite plutocrática busca imponerse globalmente y con sus amigos, aliados y socios locales tenemos que mantenernos firmes en un discurso y acción política clara de las soberanías de las naciones y la necesidad de conformar la paz y justicia entre las interrelaciones e interacciones de las naciones y de los pueblos. El entendimiento y la unidad son el resultado del respeto a todas las identidades culturales y el diálogo de las partes, sin intenciones ocultas. Y de existir estas deben ser visibilizadas a tiempo para su correctivo. Hoy los recursos bioenergéticos resultan muy codiciados por las trasnacionales que sin ser ciudadanos, imponen desde fuera leyes, fomentan invasiones, violaciones a los derechos de los pueblos, destruyen el patrimonio cultural y todo para aprovecharse de los recursos más baratos o robados.

  1. Para restablecer el equilibrio madre tierra y humanidad en equilibrio y respeto.

Si algo hemos aprendido en la integración latinoamericana es a enriquecernos desde las cosmogonías culturales de los pueblos. Bolivia y Ecuador aprobaron en sus constituciones el derecho a la Madre Tierra, lo que significa que tenemos que aprobarla en toda América Latina para comenzar y a nivel mundial. Que tenemos que revisar todas las otras leyes que nos impone el sistema capitalista depredador o que hemos aprobado sin considerar a la madre Tierra como un sujeto de derechos, pues ella cumple día a día su deber de nutrir y alimentar la humanidad. Pero no siendo suficiente nos da cobijo en el propio santuario de la naturaleza que con su belleza, verdad y bondad nos enseña a ser igualmente bellos, verdaderos y bondadosos. Si no somos serviciales, justos, útiles, agradecidos y humildes es porque no queremos aprender de la sabiduría de nuestra Madre Tierra. Debemos como humanidad aprender a conectarnos más con la Pachamama para retornar a nuestra originalidad.


Como se puede observar, el descriptor de cada aspecto temático de la agenda de los pueblos debe llevarnos a crear nuestras propias agendas en el conversar y actuar, que asegure vivencias y experiencias significativas para que otros, al observarlas y conocerlas puedan integrarlas a sus principios o valores o mejor las pueda comprender o darse cuenta que forma parte de sus anhelos como humanidad. Hacer uso de nuevas formas creativas e innovadoras del mensaje puede ser táctico dentro de la estrategia.


Pero para lograr introducir esta agenda como parte de la vida natural de los pueblos, para ir despertando a la conciencia de sí mismo, se requiere de hombres y mujeres conscientes de su papel y de su vocación humana. Nadie puede dar lo que no tiene y es necesario formarse para ello. Las universidades tradicionales y sus escuelas de comunicación suelen impartir una educación meramente liberal, donde lo humano no cuenta, que no sea para manipular y manejar a su antojo.

  1. Formar a los periodistas y comunicadores que den sentido, direccionalidad y orientación como promotores culturales de un sentipensar originario.

"Ustedes no escogen las luchas, las luchas los escogen a ustedes" (Boaventura de Sousa Santos)

"Las universidades hoy son un mercado competitivo destructivo. Se están transformando en un mercado y obviamente los profesores son agentes de ese mercado y los estudiantes son estrenados para ser agentes de ese mercado" (Santos, 2015). En América Latina entre las década del 80 y 90 numerosas universidades públicas se desviaron de su objetivo central, formar al ciudadano que profesional pueda aportar a su país, a su pueblo para su dignidad, para su buen vivir y desarrollo integral de sí mismo. En el intento de subvertir el pensamiento y práctica de las universidades neoliberales, han surgido nuevas universidades que han asumido la utopía y el derecho de soñar, anhelar y actuar de los pueblos. Como docente del Programa de Formación de Grado de Comunicación Social en la Universidad Bolivariana de Venezuela, comprometida con la plenitud de la vida de nuestros pueblos y de la madre tierra me he visto en la necesidad de desarrollar y compartir metodologías y estrategias que apliquen para ese objetivo, que si bien, es a mediano y largo plazo, no puede dejarse al azar.


Desde hace 8 años facilitó la Unidad Curricular Medios de Información y Comunicación Internacional donde se analiza la noticia de la agenda internacional, se observan las prácticas de las agencias noticiosas y se aplica una metodología que le permita entender la complejidad de la realidad mundial, el hilo conductor histórico de un tema noticioso, las condiciones y factores que la caracterizan, las luchas hegemónicas y contra-hegemónicas que se dan o están ausentes y el discurso que legitima los poderes trasnacionales en detrimento de los pueblos. (Peña, 2013). Reflexionar el mundo, construir desde la palabra y generar sinergia en la acción periodística ha contribuido a co-inspirarnos en esta intención. A continuación unos breves enunciados elaborados en clase con los estudiantes del penúltimo semestre de Comunicación Social de la Universidad Bolivariana de Venezuela: "Queremos pueblos que produzcan su propia utopía; queremos pueblos que se observan y se reconozcan en su poder original; queremos pueblos que se escuchan buscando la verdad que los libera de sus condicionamientos históricos; queremos pueblos que retomen su ímpetu vital; queremos pueblos que produzcan su energía vital y den respuesta a sus necesidades, intereses y expectativas reales y sentidas; queremos pueblos que se respetan y se solidaricen y fusionen sus fuerzas internas para un buen vivir; queremos pueblos con coraje y valor para afrontar retos y desafíos a partir de su fuerza vital articulados y conectados con la madre tierra".


En este sentido, la experiencia formativa y técnica como profesionales de la comunicación es una tarea primordial. Formar desde lo humano, como productor y consumidor de cultura en el marco de su ciudadanía e identidad originaria, reconociendo sus derechos y deberes. Pero hacerlo como comunicador de la Palabra de los pueblos comporta un protagonismo y corresponsabilidad único y trascendente.


El comunicador como ciudadano protagónico originario debe afrontar la sociedad de la información que solo valida las actividades sociales, culturales y económicas provenientes de otras latitudes como fuente de riqueza cultural y desconoce las nuestras. Proyectarse desde el nosotros y no desde los otros, va a depender también del medio donde realiza su labor. Es importante reconocer que desde el Sur se viene avanzando en medios de comunicación que ponen en la agenda las luchas de los pueblos, tal es el caso de Telesur, Radio del Sur, entre otras iniciativas relevantes.


El comunicador como ciudadano corresponsable en la sociedad del conocimiento que se funda en una forma de trabajar la información/comunicación apoyada con la ciencia cognitiva, neurolingüística y psicológica debe entender que el respeto hacia sí mismo y hacia los usuarios de sus productos comunicacionales debe contribuir para producir conciencia real, simbólica e imaginaria favorable al individuo, al grupo y a los pueblos y no para manipular e inducir a la población para fines contrarios a sus intereses. Los esfuerzos de los nuevos medios del Sur necesitan tener un mayor impacto y alcance para llegar a todos y todas desde los ciclos de vida: niños, jóvenes, adultos y de la tercera edad.


El comunicador como ciudadano revolucionario en una sociedad donde los saberes ancestrales, las prácticas identitarias culturales propias de los pueblos y naciones aún no son reconocidos y valorados en su potencial creador y liberador debe ser pionero en esta tarea al manifestar un profundo conocimiento, comprensión, respeto y honra por lo suyo. Y será en el mismo quehacer comunicacional e informativo donde el comunicador encontrará ya sea la causa humana en la que se identifique para su superación o su conexión con las fuerzas ancestrales que le permita direccionar y dar sentido a su trabajo humanístico y científico basado en lo crítico y creativo, así como propositivo e innovador donde los pueblos sean los propios hacedores y artífices de su destino.


La experiencia como docente me ha demostrado que si es posible con información y conocimiento generar en cada uno, sus propias reflexiones que parten del desarrollo del sentipensar estratégico de quienes participan en la praxis comunicacional. Entre las acciones estratégicas (Peña, 2014a) enfocadas como investigadores sociales que somos y trabajadas en el aula tenemos: el desarrollo de la visión del sur dentro del contexto histórico y reconocer los saberes originales y hegemónicos individuales; observar nuestras necesidades como pueblo y las ofertas y demandas existentes vinculadas a los derechos ciudadanos; conocer otras experiencias exitosas o no tanto del país u otros con problemas y soluciones afines y consultar con expertos del problema ; elaborar síntesis de lo alcanzado que permita plantear objetivos e iniciar la búsqueda de información y producción de un nuevo conocimiento; conocer los elementos históricos culturales que hace que exista el problema y producir los elementos claves culturales que favorecen cambios y transformaciones profunda; reconocer la riqueza espiritual y material de los pueblos para abordar los problemas; registrar los sectores, grupos o colectivos que demandan u ofertan para su promoción y consideración informativa y comunicacional; y visualizar alternativas para acuerdos, alianzas para la participación que fomente la justicia y la solidaridad en la aplicación de propuestas concretas. Estrategias que deben asumir los periodistas y comunicadores del sur si desean que su trabajo contribuya a la construcción de la conciencia colectiva.


"No se puede pretender cambios sustanciales en las instituciones que como poder constituido debe responder a las demandas de los ciudadanos y del pueblo en general desde sus necesidades, intereses y expectativas reales y sentidas si no existe un ser humano con alta conciencia ciudadana y con capacidades para acciones individuales, grupales, colectivas, comunitarias e institucionales". (Peña, 2013b). Se trata entonces, de formar al mensajero de "palabras alma" que como obrero de la palabra y productor del discurso necesario se hace uno con los pueblos del Sur.


Conclusiones

Como síntesis tres ideas presentes en la reflexión anterior:

  • Recuperar la historia originaria es la posibilidad real, simbólica e imaginaria para la producción de un ser y quehacer basado en el respeto de lo humano y de la Madre Tierra. Pueblos e instituciones, en especial, las del ámbito comunicacional, educativa y cultural son las convocadas a potenciar las voces y miradas para un despertar de multitudes, que aún siguen en el letargo del capitalismo y neoliberalismo que deshumaniza y depreda lo que encuentra a su paso.
  • Los medios de comunicación social local, nacional y regional, así como los obreros y constructores de la Palabra tiene una labor ineludible, que es la de acompañar las luchas de los pueblos, que en su participar desde la oralidad se saben artífices de sus propias historias, relatos y mitos vitales.
  • La participación en los procesos informativos de los pueblos soberanos que anhelan un Buen Vivir en paz, justicia, respeto y armonía como Humanidad/Madre Tierra es deliberativa, responde a sus necesidades, intereses y expectativas de una vida con derechos y deberes. Las empresas públicas y privadas de la comunicación e información y los profesionales que participan al sumarse al propósito de la integración deben elaborar una agenda mediática donde participen individuos, grupos, colectivos y pueblos con sus voces y miradas.

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